#14: Brindemos.

Ben le mira a los ojos, esos ojos marrones preciosos que le delatan las ganas de besar a ese chico, esos ojos que brillan como el reflejo de la luna llena en las suaves ondas que hace el mar, tiene una mirada que penetra y a la vez intimida, es una mirada con personalidad no solo que te traspasa sino que te deja conocer mas allá de ella. Es una mirada limpia, transparente, en definitiva; preciosa. 
Ben no deja de fijarse en cada uno de sus detalles, ella entre sus brazos se siente más acogida que nunca y a pesar de la poca distancia su respiración es tranquila, el chico le transmite confianza y eso que tiene pinta de mirarle el culo a la primera que pasa pero ella está totalmente segura de que no le va a decepcionar. 
El silencio es inquietante, pero no resulta incómodo, no necesitan palabras, elogios ni piropos para saber lo que piensa cada uno. 
María cierra los ojos cuando siente una brisa fresca en su cuello, se estremece  y un escalofrío recorre su cuerpo, Ben se acerca a ella, lentamente, queriendo parecer tranquilo, dirigiéndose a sus labios, el bello de ambos se eriza al sentir tan cerca sus rostros, Ben está a punto de sentir su primer beso de verdad y María de volver a sentir a su corazón bombear, pero en el último momento como si un calambre de electricidad le desorientara cambie la dirección de sus labios desistiendo, haciendo que el beso de él se estrelle fríamente en su cuello. 
Los sentimientos de Ben se pelean en su interior en una gran manifestación que se propone torturarlo, estaban tan cerca de sentir, tan cerca de demostrarse a si mismo que es valiente de que sigue siendo el mismo... ¿cómo puede ser que le importe tanto la reacción de una chiquilla que conoce de solo diez minutos? ¿cómo es capaz de romper con tal facilidad cada uno de sus esquemas esa mujer con alma de adolescente?
Se aparta de ella en busca del Champagne evitando su mirada, tal vez un poco de alcohol le venga bien para volver a ser el hombre descarado que era y no el crío inexperto que parece ser ahora. 
El corcho de la botella estalla con un pequeño golpe de ruido que altera el tranquilo silencio y se hunde por segundo en el agua del mar dejando una huella redonda que pronto se desvanece con las olas, el corcho se aleja, una fina cascada de espuma se descontrola por el cuello de la botella, Ben llena las dos copas y le invita a sentarse a la chica que le sigue observando con las ideas revueltas desde la barandilla. Ella se acerca suavemente sin mediar palabra, se sienta enfrente de él y coge la fina copa.
-Brindemos - dice el chico alzando la copa- brindemos por el destino, por la oportunidad que nos ha dado al unir nuestros caminos, brindemos por nuestro futuro como amigos.
-Como amigos...-dice en un susurro silencioso María, pero el agudo oído de Ben no pasa por alto el comentario.
-Eso lo decidirá el tiempo y los momentos-dice intentando mostrarse convincente con sus palabras.
María le mira a los ojos con mas fuerza, dejando que en un soplo el viento se lleve su vergüenza.
-¿El tiempo? El tiempo decidirá la duración de cada momento pero nunca pondrá barreras en ninguno de tus deseos. Ben, ¿por qué no me has besado?, ¿cuántos momentos necesitarás para darte cuenta de que necesito el roce de tus labios tanto como tu los míos?
-María... no nos conocemos...-dice Ben fijándose en las burbujas del champagne.
-¿No lo sientes Ben? ¿No sientes como tu querido tiempo se para cada vez que nos miramos a los ojos? ¿No sientes que cada momento es inigualable al anterior? ¿De verdad no sientes que estamos hechos el uno para el otro aunque no tengamos ni idea de quienes somos? 
Ben, nunca he creído, nunca he confiado en nada que me ponga en peligro, que me pueda hacer daño, pero hoy, ahora y hasta que decida el tiempo yo siento que esto no es un flechazo, es algo más que eso.-dice ella buscando su mirada.
-Ven, por favor.
Ella se acerca a él, como en un acto reflejo, él le coge de la cadera aun sentado y le obliga a sentarse en sus piernas, ella está cohibida, él, decidido.
-No te he besado porque eres diferente a todas las chicas a las que he besado, porque quería ser prudente contigo, porque como tu dices esto es algo mucho más que todo lo que se me pasa por la cabeza, y no quería ser contigo el descontrolado e imbécil Ben que no importa donde posa sus labios. Te mereces algo mejor que este gilipollas que ahora te coge entre sus brazos te lo aseguro, puedo hacerte mucho daño si mis inconscientes impulsos deciden lo contrario a lo que quiero.
-¿Qué quieres Ben?
-A ti, te quiero a ti.