Que rápido pasa el tiempo, todavía me acuerdo de aquellas tardes cuando lo único que me importaba era no ser pillada mientras me escondía detrás de un árbol, o pasar las horas jugando a piratas, buceando por el profundo océano rodeada de tiburones luchando vida o muerte por alguna amiga que había naufragado.
Aquellas tardes cuando lo único que necesitaba era un lápiz y una hoja donde dibujar cualquier cosa que se me pasara por la cabeza, cuatro garabatos que en aquel entonces para mi se consideraba un Picasso, o hacer una figura de plastilina e ir orgullosa a enseñársela a tu madre, para que te dijera que eras una artista.
Y aquellos momentos en los que me abrazaba a mi peluche y lloraba desconsolada porque una amiga me había llamado una "palabra fea" que ni siquiera entendía.
Ver la tele con tus padres y ver que alguien se daba un beso era lo mas asqueroso y vergonzoso que podías ver, y a la tarde siguiente comentarlo con tus amigas y pensar en silencio "No, puaj, yo nunca haré eso".
El tiempo pasa volando, la imaginación se nos va agotando, y todo nos resulta mas duro, porque ya no podemos solucionar los problemas con un "caballito blanco", no, ahora nos tenemos que enfrentar a los problemas de cara, porque si no te tachan de cobarde.
Y pensar que ahora sufrimos por amor, cuando antes, lo único que nos importaba era ser la más rápida, la que mejor dibujaba, o la que mas alto saltaba de todas tus amigas.
Ahora sé que mi felicidad dependía de mi inocencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario