3 de diciembre de 2011

11 de Julio.




Nunca me olvidaré de aquél día en el que gracias a un partido de fútbol se unió toda España, tal vez me hubiera gustado estar en otro lugar junto a mi familia en la plaza del sol, junto a todo el gentío que seguía el partido, conocer el verdadero espíritu, pero tampoco me arrepiento de haber pasado aquella tarde junto a dos de mis mejores amigas, los nervios del partido, la preparación del principio con aquel rotulador amarillo y barra de labios roja en la mano. 
Sandwiches de jamón y queso mas caramelos y patatas campesinas, en aquel largo sofá blanco mirando continuamente la pantalla de la televisión esperando el gol que nos nombrara "campeones del mundo".
La tensión vivida por cada oportunidad de gol de Villa acompañada por una broma desquiciante como ¡GOL...pe de vista!, todas las crisis de nervios cuando Holanda se acercaba a Casillas, chutes casi perfectos que ya los veíamos dentro de nuestra portería, pero menos mal que estaba allí nuestro portero para parar todas esas oportunidades de gol, con mucha suerte, pero grandes paradas. 
El mejor portero del mundo al que se le decía que estaba despistado por culpa de su novia, y que celebró su gol dando un beso, dejando claro que  después de tantas críticas él el capitán junto a todo su equipo habían conseguido el titulo mas importante de toda su carrera.
Tampoco me olvidaré de aquella patada que dio el Holandés a Xabi Alonso que hizo que todos los insultos que existen se me pasaran por la cabeza para el jugador y para el arbitro, pero que tuve que contener.
Nunca olvidare todos los saltos y gritos que gritamos, porque tal vez no estuviera donde mas ambiente había pero puedo decir que en aquel momento me sentí como si hubiéramos traído la plaza del sol a casa.
Aquel momento en el que Iniesta metió el balón con un golpe certero, ver como uno de tus jugadores preferidos sale corriendo que todo su equipo le persigue y se lanzan sobre el, gritos de todos los Españoles que se encontraban en el Soccer City, la palabra gol que nunca acaba de ser dicha por los locutores, y el temblor del suelo mientras saltábamos con todas las ganas del mundo.
Y cuatro minutos, solo faltaban cuatro minutos para que nuestra selección tuviera la copa en las manos, estoy segura de que serían los cuatro minutos mas largos de su vida, pero después de ese tiempo oír el pitido del silbato que marcaba el final del partido hizo que toda España se pusiera de pie, otra vez, algunos lloraron, otros siguieron gritando, y unos pocos se quedaron callados mirando al infinito, porque después de ochenta años era difícil creerse que de nuevo lo hubiéramos conseguido.
No, nunca lo olvidaré porque he tenido la suerte de poder vivir el mundial, y además con dos muy buenas amigas.
¿Qué más se puede pedir? 




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