3 de Abril.

Cierra los ojos, ¿lo escuchas?, sí, es el avión que dentro de dos días nosotros cogeremos. Es el vuelo que nos llevará a Roma, el que nos dejará en sus calles y cogidos de la mano nos dará libertad para perdernos. Ese aparato gigante que ruge de tal manera y tanto miedo te da, te hará sentir una libertad inexplicable, te hará sentir la profundidad que da mirar hacia abajo desde una altura indescriptible y ver tu mundo, ese suelo firme que tantas veces con inestabilidad se cae en tus pies arrastrándote con él, pero que a la vez construye escalones en ese pozo lleno de vacío para que puedas salir. Podrás ver el azul del mar, pero como nunca antes, podrás ver como esos grandes árboles parecidos a los de tu parque se hacen diminutos. Podrás perderte en la inmensidad del cielo, cruzarás un mar de nubes, ese vapor de agua que tanto nos llama la atención a todos, esas figuras que miramos con deseo. Podrás sentirte segura a pesar del miedo que transmite el pensar en eso tan lejano, en eso tan improbable, tan irreal y que tanto impone eso a lo que llamamos volar. No podrás sentir la misma libertad que debe sentir un águila cada vez que asciende al cielo, ni cada vez que cae en picado en busca de su presa, no podrás sentir ese sentimiento tan intenso cada vez que ves volar miles de aves que cruzan por encima de la carretera por la que conduces, no podrás sentir la delicadeza de cada petirrojo al agitar sus alas, ni la increíble sensación que tiene un ave rapaz cada vez que se deja llevar por las corrientes de aire,  pero si podrás observar cada pequeño detalle, concentrarte en mis caricias, y sentir eso tan inexplicable que intento describirte. Abre los ojos, ahora, corre, pero siempre junto a mi, así correremos nosotros cuando acabemos de poner nuestro candado en el Puente Milvio, ahí dejaremos una muestra de todo lo que hasta ahora hemos vivido, encerraremos nuestros recuerdos, nuestro cariño bajo la protección del río Tiber y empezaremos a correr entre risas como justo ahora hacemos. 
Para, quieta, respira, ¿ves esa fuente?, agarra mi mano fuerte, esa pequeña fuente se convertirá en una gran obra de arte, en la impresionante Fontana di Trevi, después de contemplar a duras penas cada detalle por el gentío tiraremos nuestra moneda, y juntos desearemos que nuestras manos nunca se suelten y que nuestro amor perdure para siempre. 
Después de ese deseo perdido en el agua de esa impresionante fuente cogeremos una Vespa, recorreremos las calles, huiremos de la realidad, viviremos el momento, disfrutaremos cada pequeñísimo detalle como tú y yo solo sabemos, seremos la envidia de Roma sin quererlo. Seremos la viva imagen de las ganas de vivir por las palpables ganas de exprimir nuestra juventud. 
Nos sacaremos cientos de fotos, allí, mucho más lejos de donde indica mi mano, en esa península con forma de bota llamada Italia de la que tantos recuerdos nos traeremos, pero recuerda, siempre, juntos.
Nunca tengas miedo mientras yo esté a tu lado.