6 de enero de 2012

27 de Diciembre



Dibujar.
Concentrarte en rozar la perfección por cada producto de tu imaginación, por cada paisaje que quieras plasmar en óleo, acuarelas o acrílicos, cada retrato, bodegón, o recuerdo.
Sacarle punta al lápiz minuciosamente y una vez que sea lo suficientemente afilado como para dibujar todos los detalles soplarlo como si fuera el abracadabra para que la idea que tienes en mente se lleve a cabo tal y como quieres.
Arrugar cada uno de los bocetos erróneos haciendo una bola de papel e intentando encestar en la papelera con mas suerte que con habilidad.
No importa haber hecho diez bolas de papel si tu vocación es querer expresar a través del arte de la pintura ya que siempre habrá una undécima oportunidad mas para poder intentarlo, y así sucesivamente, porque no todo sale perfecto a la primera y lo mas bonito de todo esto es una vez conforme con el resultado alejar tu dibujo de tu vista para poder apreciar cada detalle, cada linea y trazo hecho en ese momento por ahora la punta desgastada de tu lápiz.
Y disfrazar tu boceto blanco y negro con apariencia sucia a uno con alegres y vivos o tristes y apagados colores, dependiendo del humor con el que te levantes ese día.
Lo bonito de apreciar el arte es fijarte en los pequeños detalles que forman el cuadro que tienes delante, saber apreciar el trabajo que conlleva.
¿Por qué escribir sobre esto?
Porque la pintura al igual que la escritura es un trabajo desvalorado mas, en el que muchas personas se quedan en el camino como mi abuelo.
Es difícil ver un cuadro y que te reconozcan, al igual que es difícil que te reconozcan por tu forma de escribir, y es triste que muchas personas que tienen ese don para transmitir nunca sean reconocidas, o que algún día lo sean pero ya no estén aquí para verlo.

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