13 de Marzo.

Muchas de las torturas que vivimos cada día es la de ser presos de nuestra conciencia, porque sabemos que vivimos entre mentiras aunque no consigamos evitar nada, porque una parte de ella nos dice que no olvidemos, huimos del pasado de los recuerdos amargos y aun así nuestra conciencia no los borra por miedo a que pueda ocurrir de nuevo, teniendo presente, hasta que pase el suficiente tiempo, todos esos errores, ese daño que nos han hecho. Damos segundas oportunidades, prometemos cosas improbables, hasta casi imposibles como olvidar.
Todo lo que un día dijiste que ibas a dejar en el olvido aparece en tu mente, es como si abrieras la papelera de tu ordenador portátil, todo aquello que no quisiste en su día, aparece. ¿Por qué no olvidamos? yo pienso que se debe a que todos somos humanos, que por mucha apariencia de duro, fuerte y resistente que uno tenga siempre tendrá sus bajadas y subidas, sus sentimientos tristes y muchas veces un corazón hecho trizas y por eso siempre tendremos presente la causa de ese sufrimiento, de ese daño que un día te causaron para que nunca más puedan pisotearte como en su día hicieron. 
Vivimos encarcelados día a día, no sólo por la presencia de las reglas que nos limitan demasiado en ocasiones, si no por esa vocecita que nos dice lo que no queremos oír, que nos hace sospechar, mal pensar cosas que no son, que nos hace darle muchas vueltas a algo que no podemos cambiar, es esa vocecita la que nos apresa día a día, la que no nos da libertad a la hora de pensar, la que nos hace razonar cuando queremos pasar de todo, la que nos hace recapacitar sobre hechos que no tienen vuelta atrás, es ella la que nos come minuto a minuto nuestra mente, la que da demasiado hierro a el asunto, la que no nos deja imaginar ni liberarnos de esos simples problemas que tenemos. 
Es extraño, es definitivamente un reto, por ahora mi cerebro me deja dominar cada movimiento de mi cuerpo, coordina perfectamente mis pensamientos con mis palabras y con el movimiento de mis dedos al escribir en el teclado, domina mis miradas, mi fijación en cada detalle que me rodea, domina el bombeo de mi sangre, y el ensanchamiento de mis pulmones cada vez que inspiro el aire, es increíble como mi cerebro es capaz de someterme a esa sensación de frío cada vez que salgo a la calle y la humedad se me cuela en los huesos, mi cerebro como el de la mayoría  me ha malacostumbrado, siempre ha hecho lo que yo he querido sin pedir nada a cambio, siempre se ha adelantado a mis deseos dándome la facilidad de moverme, de hablar, de escuchar, de responder sin pensar, pero nunca sabe controlar mi conciencia, nunca sabe controlar mis sentimientos, nunca sabe reprimir mis lagrimas, nunca me avisa de cuando debo callar, ni nunca lo hará.
Y es que siento que seré toda la vida esclava de mi conciencia, al igual que mi cerebro de mi y nunca podré hacer nada.